Gametogénesis
Gametogénesis
Este proceso puede dividirse en cuatro fases:
- Origen y migración de las células germinales.
- Incremento del número de células germinales.
- Reducción cromosómica.
- Maduración de los gametos.
Origen y migración de las células germinales hacia las
gónadas:
Los gametos, el óvulo y el espermatozoide, derivan de las
células germinales primordiales. Estas células se originan tempranamente en el
epiblasto, se alojan en la pared del saco vitelino y migran, a través del
mesenterio primitivo, hacia las crestas genitales, lugar de la futura gónada
embrionaria. Este proceso ocurre entre la cuarta y la quinta semana de
desarrollo embrionario.
Incremento del número de células germinales:
Instaladas allí, las células germinales sufren sucesivas
mitosis, dando origen a las ovogonias y espermatogonias, según el sexo del
embrión, aumentando de unos pocos miles a varios millones de células. Las
espermatogonias conservan la capacidad de proliferar durante toda la vida del
sujeto. Las ovogonias en cambio alcanzan su número máximo en el periodo
prenatal y comienzan luego a sufrir una degeneración natural llamada atresia.
Reducción cromosómica:
Los cambios cromosómicos involucran la reducción a la mitad
del número de cromosomas, generándose células haploides con 22 autosomas + 1
cromosoma sexual, lo que se logra mediante la división meiótica o meiosis. Este
tipo especial de división celular, exclusiva de los gametos, permite además la
segregación del material genético a través del crossing over o
entrecruzamiento, proceso que asegura una recombinación constante de genes, lo
que se traduce en la gran variabilidad de características presentes en cada sujeto. Además, en el caso de los
gametos masculinos, la meiosis permite generar espermatoziodes, con un
cromosoma sexual X o Y, los que van determinar el sexo del cigoto durante la
fecundación. Las células que ingresan, ovogonia o espermatogonia, a
ésta fase de división meiótica reciben el nombre de ovocito o espermatocito
primario respectivamente. En el caso del hombre, la diferenciación de los
espermatocitos primarios comienza en la pubertad y se extiende a lo largo de
toda la vida del sujeto. En cambio, en la mujer, la población de ovocitos
primarios se establece al momento del nacimiento y el proceso es frenado en la
profase de la primera división meiótica, para ser reactivado en la pubertad. La
meiosis presenta dos etapas llamadas primera y segunda división de maduración.
Al final de la primera división de maduración, que es reduccional, de cada
célula (ovo o espermatocito primario) se generan dos células haploides, en el
caso del hombre dos espermatocitos secundarios y en la mujer un ovocito
secundario y un cuerpo polar. Al final de la segunda división de maduración,
que es ecuacionál de cada espermatocito secundario surgen dos espermátides y de
cada ovocito secundario surge un ovocito maduro y un cuerpo polar.
Maduración de los gametos:
Los cambios morfológicos que habilitan a los gametos para
participar en el proceso de la fecundación, involucran a las modificaciones en
la relación núcleo-citoplasma y al desarrollo de especializaciones celulares.
En el hombre:
En el hombre, en la pared de los túbulos seminíferos se
reconocen las espermatogonias tipo A, las que mediante divisiones mitóticas se
encargan de mantener el número apropiado de células para toda la vida y, las
espermatogonias tipo B que abandonan el ciclo mitótico y, diferenciándose en
espermatocitos primarios, comienzan la meiosis al momento de la pubertad. Este
proceso que permite la reducción del número de cromosomas es acompañado por
cambios morfológicos en la espermátida, proceso conocido como
espermiohistogénesis.
Los cambios (espermiogénesis) que ocurren en los túbulos
seminíferos a partir de la pubertad y hasta la vejez se traducen en: la
condensación del núcleo; la eliminación de gran parte del citoplasma; la
formación del acrosoma y la formación de una célula alargada, con capacidad de
moverse, con cabeza, cuello, pieza intermedia y cola.
El acrosoma es una vesícula ubicada en el
extremo apical de la célula, delante del núcleo, que contiene enzimas capaces
de disgregar la corona radiante y digerir la zona pelúcida, permitiendo la
fertilización del óvulo.
En la mujer:
Para el óvulo, estas modificaciones (ovogénesis) que ocurren
en la corteza del ovario comienzan en el período prenatal, con la formación de
los ovocitos primarios, para quedar en una etapa de reposo, al inicio de la
primera división meiótica, y continuar su desarrollo en la pubertad generando
por cada ovocito primario un óvulo y tres cuerpos polares. El óvulo se
caracteriza por: 1) ser inmóvil, 2) poseer un tamaño enorme (150 micrómetros de
diámetro) comparado con el espermatozoide (3 micrómetros de diámetro en la
cabeza), 3) presentar una gran cantidad de citoplasma, 4) estar rodeado de una
capa glicoproteica, la zona pelúcida, elemento que confiere la especificidad
para fecundación, y de una capa de células foliculares las que formaran la
corona radiante.
A partir de la pubertad, la mujer comienza a presentar
ciclos sexuales. Estos ciclos, de frecuencia mensual, representan una compleja
actividad que involucra al hipotálamo (a través de la hormona liberadora de
gonadotrofinas), la hipófisis (a través de las hormonas gonadotróficas:
Folículo estimulante y Luteinizante), los ovarios, el útero, la vagina,
la trompa uterina y la glándula mamaria Estos ciclos preparan al sistema
reproductor para el embarazo.
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