Desarrollo Embrionario

El desarrollo embrionario o embriogénesis comprende una serie de etapas que originan al embrión, iniciándose con la fecundación. Durante este proceso todo el material genético existente en las células (genoma) se traduce en proliferación celular, morfogénesis y estados incipientes de diferenciación.

El desarrollo total del embrión de los seres humanos toma de 264 a 268 días y ocurre en la trompa uterina y en el útero. Se pueden distinguir diferentes etapas de desarrollo, empezando por la etapa de blastema (que ocurre desde la fecundación y acaba con la gastrulación), seguida de la etapa embrionaria y finalizando con la etapa fetal.

Etapas: El proceso de embriogénesis humana, dividido temporalmente en semanas y meses, engloba los siguientes procesos:

Primer trimestre (semanas 0-13)

El primer trimestre del embarazo abarca desde el momento de la concepción hasta la semana 13. Aunque hasta que no transcurren 14 días desde el inicio de la última menstruación el óvulo no se encuentra en el momento óptimo para ser fecundado, para calcular en qué semana del embarazo nos encontramos, se empieza a contar desde la fecha de la última menstruación.

A partir del momento de la fecundación, el cigoto, nombre que recibe la célula inicial formada por la fusión del óvulo y el espermatozoide, comienza a dividirse y se implanta en el útero de la madre. Asimismo, desde este primer momento ya está determinado genéticamente cuál será el sexo del bebé.

Durante el primer trimestre, los órganos del feto comenzarán a desarrollarse, la columna vertebral, las características faciales -fosas nasales, vesículas ópticas, orificio bucal-, las piernas, los brazos y los dedos. También empezarán a desarrollarse el aparato respiratorio y el aparato digestivo, así como el cordón que sirve para alimentar a la criatura –a través de la madre­– proporcionarle oxígeno y eliminar los residuos y el dióxido de carbono durante el embarazo. Es el momento adecuado para realizar la primera ecografía puesto que el corazón ya late –aunque lo hace de una forma suave y delicada que no podemos percibir– y el embrión ya se mueve.

Desde las primeras semanas de gestación hasta el día del parto, el líquido amniótico envuelve y protege al feto dentro del saco amniótico.

Durante estas primeras semanas, el futuro bebé es un embrión ya que todavía no cuenta con unas estructuras anatómicas diferenciadas. Habrá que esperar a la semana 12 para que este embrión se convierta en feto y empiece a tener forma humana: es a partir de entonces y hasta el momento del parto cuando realmente se produce el desarrollo fetal. Durante el tiempo que va desde la fecundación hasta aproximadamente la décima semana de embarazo, hablaremos de período embrionario. A partir de entonces, ya podremos hablar propiamente de desarrollo fetal.


Segundo trimestre (semanas 14-26)

Durante esta etapa acostumbran a desaparecer las molestias del primer trimestre (náuseas, gingivitis, sensación de quemazón en el estómago, etc) y tanto el feto como la madre empiezan a ganar peso más rápidamente. También se produce el crecimiento del útero, con el consiguiente desplazamiento del resto de órganos y aparición de nuevos síntomas, como digestiones pesadas, acidez de estómago necesidad de orinar frecuentemente. También empezaremos a notar los movimientos de la criatura (como las patadas, por ejemplo).

Durante este segundo trimestre el feto desarrolla su sistema circulatorio y su corazón late con más fuerza. También se desarrolla el sistema nervioso: las respuestas a los estímulos dejan de ser automáticas e involuntarias, pasando a ser percibidas como sensaciones reales por parte del feto. El bebé aumenta la coordinación de los movimientos, ve la luz, percibe los sonidos y los ruidos, comienza a producir orina; el pelo también le empieza a crecer, controla el equilibrio del cuerpo y empieza a manifestar períodos cíclicos de sueño y de vigilia. En esta etapa el feto se alimenta principalmente por medio de la sangre materna, con el alimento y el oxígeno que le llegan a través del cordón umbilical: por consiguiente, lo que la madre ingiera será importante para su alimentación.

El segundo trimestre acostumbra a ser el momento adecuado para llevar a cabo, si es necesario, pruebas de diagnóstico prenatal específicas, como la amniocentesis.


Tercer trimestre (semanas 27-40)

Al comienzo del tercer trimestre la criatura ya puede reconocer el sonido de nuestras voces. En este último trimestre el vientre continúa creciendo y la madre se cansará con mayor facilidad. También orinará con frecuencia y es posible que tenga molestias en la parte abdominal, puesto que el tamaño del útero habrá aumentado notablemente y comprimirá varios órganos. La posición de la criatura, que se encaja en la pelvis, contribuye asimismo a presionar algunos órganos y estructuras musculares.

Durante el octavo y el noveno mes, el bebé sigue creciendo de forma especialmente rápida y ocupa la mayor parte de la cavidad abdominal de la madre, que siente sus movimientos con más intensidad. Durante los dos últimos meses se pueden percibir asimismo movimientos como el hipo, al empezar el bebé a ejercitar su diafragma haciendo ejercicios respiratorios: en estos momentos los pulmones están prácticamente del todo formados y se va preparando para el nacimiento. En estos dos últimos meses la piel se vuelve más gruesa y se desprende el lanugo, un vello fino que recubre la piel del bebé desde el cuarto mes. Durante el noveno mes también aparece el reflejo de succión. Al final de este último mes de desarrollo, el feto suele pesar entre 3 y 3,5 kilos y mide unos 50 cm.

El saco del líquido amniótico se puede romper durante las últimas semanas de embarazo, momento en el que el feto ya suele estar encajado en la posición adecuada para el nacimiento.

A partir de la semana 36 el ginecólogo programará una visita semanal. El parto se acostumbra a producir entre las semanas 38 y 42.




Para más información: desarrollo embrionario

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